Pentecostés 17, Propio 20, Septiembre 19, 2010, Iglesia Episcopal de San Cristóbal, El Rev. Paul Moore
Dios Bueno
Científicos en Alemania han realizado un experimento con chimpancés. Les pusieron en una situación en que la cooperación con otro era necesario para obtener el premio de comida. No fue difícil hasta que el más grande robó todo el premio, entonces el primero ya no quiso cooperar. Hicieron igual con niños humanos, y los humanos eran mucho más listos a cooperar y compartir el premio, y también repetían la cooperación aún si no compartían en el galardón. Parece que en el cerebro tenemos una predisposición a comportamiento altruista y el chimpancé no lo tiene. Tal vez esto es la diferencia entre el humano y los monos.
Esto es un tema grande en la biblia. En la lectura del Antiguo Testamento el profeta llama a la gente a vivir honestamente. La cuestión tenía que ver no tanto con el qué hacían, sino el porqué. Seguían a pie de la letra de la ley, pero la torcían para servir a sus propios fines egoístas. En eso no les quedaba mucha diferencia con el mono. En la Epístola San Pablo nos pide orar por los que tienen autoridad, pues la tienen directamente del cielo. Cuando el gobierno está en paz el pueblo está en paz, y cuando el pueblo está en paz es más fácil predicar el evangelio de la paz con Dios.
En el evangelio Jesús va al grano. Con una parábola nos ayuda a entender. Un mayordomo malgasta los bienes de su patrón. Cuando el patrón lo descubre él va a los clientes de su patrón y les rebaja sus deudas. Su fin es muy egoísta al fin, pues cuando ya no tiene trabajo quiere que la gente le reciba. Entonces Jesús da su aplicación que va a otro rumbo. Este hombre fue muy listo en servir a sus propios fines. Seamos listos en servir los fines del reino de Dios. Al fin, un puede servir a sus propios fines, que se simboliza por el dinero, o se puede servir a Dios. Nuestra fe nos llama a una humanidad completa, uno no debe ser medio hombre y medio mono.
¿Cómo servimos a Dios? Servimos a Dios en ser como Dios. Dios nos ha dado esta buena tierra en que vivir. Dios nos ha dado gente que nos conoce y nos ama. Dios nos ha dado un gobierno que nos permite servirle a Él. Dios nos ha dado la verdad de su hijo Jesucristo en quien tenemos paz con Él, el uno con el otro, y con la creación. Jesús es el ejemplo primario de un amor altruista. Él dijo, «Amor más grande no hay que esto, que un hombre da su vida por su amigo.» Él dio su vida por nosotros en la cruz, y luego la tomó vuelta por nosotros. Él mandó al Espíritu Santo a vivir con nosotros para compartir con nosotros su vida, que es nuestra mejor vida. Dios nos pone el ejemplo.
Por tanto, servimos a otros como hemos sido servidos, en gratitud y amor. No nos concierne mucho nuestro propio bien, porque hay Quién lo guarda. Si hay por qué cuidar según la necesidad, pues esto nos permite obtener los recursos necesarios para servir a otros. San Pablo dice en Efesios 4 que no debemos robar, sino labrar con las manos para que tengamos qué compartir. Esta idea no se aplica simplemente al robo, sino que cualquier situación en que le quitamos a otros recursos que bien y por derecho podrían usar para consumirlos nosotros, como tomar toda el agua del suelo para las ciudades dejando a los ranchos que nos producen los alimentos en sequía, y dañando el aire que respire todo el planeta porque nosotros tenemos con qué pagar los combustibles carboníferos. Robamos cuando tiramos a la basura toneladas diarias de migajas de comida mientras se construye una cerca para que los hambrientos no entren al país (acaso la placa que existe en la estatua de la libertad aplica solamente a Ellis Island y no al Rio Grande,) y robamos cuando deportamos a los que hicieran los trabajos que nosotros no queremos hacer y luego compramos manzanas baratas y compramos casas lujosas que ellos construyen pagándoles bajo el sueldo mínimo. Es la diferencia entre ser mono o ser humano. San Pablo nos urge trabajar en sentido honesto en el contexto de la comunidad para que damos más de lo que tomamos. Siempre los bienes de uno sirven un fin mayor, que es servir a otros en nombre de Cristo.
Esto lo podemos hacer porque en que Dios se ha dado a sí mismo a nosotros, podemos darnos a nosotros mismos a otros. Ya nos importa quién recoja el premio o las gracias. Nos importa que la gente estén bien. Esto quiere decir que tienen lo que necesitan, que tienen comunidad, y que viven una justicia que lleva a la paz.
En nuestro periódico no nos llega esta tira cómica, pero me gusta Kudzu. En una tira una pareja está con el Rev. Suvo Lunta. Con gran palabrería le anuncian que han de comenzar una familia. Es que tienen tanto amor para compartir, y también se les murió el pez dorado! Nosotros también tenemos tanto amor para compartir, no porque nos sobra para los que tenemos para amar, sino porque hemos recibido tanto. El amor no es una substancia que podemos almacenar y luego distribuir. El amor es un flujo de intención altruista, que como un río, se hace más grande según cuanto da.
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